Extracto del libro de mi padre:
Recuerdos y pensamientos de un exiliado
Prólogo
España era un país arrasado por la guerra que había durado tres años, las ciudades estaban destruidas y sumidas en el caos, las personas no encontraban qué comer, las familias se habían desintegrado, más de un millón de hombres jóvenes habían partido al exilio y cerca de medio millón permanecían prisioneros en los campos de concentración, muchos de ellos para morir allí mismo más temprano que tarde.
¿Quién es el hado o que destino decide con anticipación cuales individuos van a estar a uno o a otro lado en una contienda de esta clase?
Dejo la respuesta a los filósofos.
Corría el mes de marzo de 1939. Estaba prisionero en un campo de concentración en Guadalajara y no cesaba de exprimirme el cerebro, buscando la manera de escapar.
Hacía pocos días había cumplido mis 19 años, y pensé que había llegado el momento adecuado para poner en práctica el plan que me había trazado. Puesto que trabajaba ya varios meses en las oficinas del campo, no me había sido difícil en los últimos días, conseguir un formulario en blanco, de los permisos o pases, que el comandante otorgaba a los que por influencia de sus familiares o amigos, se les consideraba merecedores de unos días de asueto en su pueblo natal.
Dicho documento ya lo había llenado con mi nombre y apellido, y en lugar adecuado había escrito muy orondo (por 30 días). Treinta días era el permiso máximo y pensaba que con ellos, tendría tiempo suficiente para abandonar el país.
Tenía que escapar pues sospechaba que a la larga, una vez investigado a fondo, me fusilarían como estaban haciendo con muchos de mis compañeros.
Mi papel ya lo tenía sellado, y sólo le faltaba la fecha de salida y un par de firmas, en las que ya me había puesto experto en rubricarlas de tanto practicar.
Decidí salir en domingo pues en los días de fiesta la vigilancia parecía ser menos estricta. Al llegar a la puerta, me parecía sentir que mi corazón metía más ruido que las ruedas de un tren al golpear en las juntas de los rieles.
Los guardias sólo anotaron el número del pase y el nombre, pues éste era el único documento de identidad con el cual podría circular por toda España.
¡Qué tremenda sensación la de sentirse libre!
Era como si los pulmones se me agrandaran tanto, que no hubiera aire para llenarlos por completo.
Tuve deseos de hacer unas cuantas piruetas de puro contento, pero comprendí que debía tomar las cosas con naturalidad.
Me dirigía a Madrid, de manera que caminé hasta el cruce de carreteras, y de ahí a un rato, un camión cargado de verduras aceptó llevarme.
Provisto de mi mochila, una frazada y una cantimplora, y atesorando tres duros y dos pesetas, viajaba con mil preocupaciones en mi mollera, silencioso y meditabundo, ansiando llegar cuanto antes a mi destino.
¿Qué sería más facil, pasar al África o esperar un barco para América?
Como no conocía el idioma árabe, decidí ir a Cádiz a esperar un barco...
A ese lugar arribé después de cuatro días de aventuras y tropiezos. Tres días después, recalaba en ese puerto el "CABO DE BUENA ESPERANZA", que realmente lo fue para mí.
Entre los últimos pasajeros que abordaron el barco, un grupo de joviales alemanes, entre los cuales me metí, fueron el pasaporte que me sirvió para llegar a América, esta tierra de libertad...
(Debo agregar que el 28 de marzo de 1939, tras tres años de infructuosos intentos, las tropas fascistas italianas tomaron finalmente Guadalajara, y en los meses siguientes, tras varios simulacros de jucios, miles de presos republicanos fueron maltratados, sometidos a escarnio, y finalmente fusilados)
(Debo agregar que el 28 de marzo de 1939, tras tres años de infructuosos intentos, las tropas fascistas italianas tomaron finalmente Guadalajara, y en los meses siguientes, tras varios simulacros de jucios, miles de presos republicanos fueron maltratados, sometidos a escarnio, y finalmente fusilados)
Gracias a la magia de Internet, encontré una fotografía del barco que trajo a mi padre a América, la cual atesoro y ahora comparto con ustedes.
Sólo después de sesenta años desde su huída, mi padre, Eduardo Salazar Córdoba, volvió a España cumpliendo el deseo de volver a ver su tierra por última vez. Falleció el 03/03/2004.
13 comentarios:
que maravillosa historia la que cuentas!!!!!!cuántos han pasado esas peripecias en esa época.......
tu padre ha sido bendecido por poder salir de ahí y poder volver después de tantos años.
seguramente ha sido un agradecido al cabo de buena esperanza, por haber sido quién lo cobijó............
gracias por compartir.
un abrazo, reina
Una historia que refleja la dureza de esa época, sobre todo para los que estaban en el bando "perdedor".
Afortunadamente para tu padre tuvo un final feliz, cosa que no podrán decir miles de personas que corrieron peor suerte.
Hoy en día, 70 años después, todavía hay familias que no han recuperado los restos de sus familiares.
Un abrazo
Marysol
Emocionante la historia de tu papá.
Las guerras son terribles, pero cuando son guerras fratricidas es la muerte de la esencia de un país, la hecatombe de los sentimientos, el fenecer de un proyecto de vida en común de todo un país.
Lo triste es que la gente no elige el bando con quien luchar, sino es la suerte o desgracia de que te toque en un sitio u otro. Tal vez luchando contra los que defienden tu misma ideología, o contra un hermano que se encuentra en el otro bando. La mayoría participando en la guerra contra su voluntad.
El Cabo de Buena Esperanza tenia un nombre premonitorio de lo que le iba a suceder. Vivir con esperanza en el futuro, formar una familia, mandar a buscar a sus hermanos para que se integraran en su nuevo país, regresar a la patria que lo vio marchar, cabizbajo y preocpado por su futuro, para dar un último adiós a su amada España.
Que Dios lo tenga en su seno y que desde allí vele por todos los suyos hasta que llegue el momento de volver a juntarse para siempre.
Un abrazo.
Juan Antonio
holis!bellísima historia la de tu padre....
la libertad ,la esperanza...sentimientos que mantiene vivas a muchas personas...
qué emoción para tí el barco ,la historia...
gracias por compartir..
besotes.
silvia cloud
Felicitaciones se nota que tu padre actuo con mucha sabiduria,
Tremenda experiencia e historia,son experiencias que vale la pena conpartir, sobre todo cuando se supera todo esos dolores de guerras.
un abrazo bien apretadito.
Antonia de chile
Me dejas con aguita en los ojos, yo no tengo familiares que hayan vivido en la guerra civil española, pero he leido al respecto pues creo que la españa que han heredado los que viven en ella ahora la ganaron a puño y espalda todos sus abuelos...
Un relato que nos tiene que llamar a pensar que no deberían existir razones para que alguien abandone su tierra... tenemos tanto por aprender y tanto por lo que trabajar...
Un besito!
No ha sido un gusto,sino un gustazo, haber encontrado esta entrada...mi padre viviò en càrceles de Canarias, como preso de conciencia, por 4 años. Condenado a muerte, logrò sobrevivir..posteriormente emigrò , pero prematuramente enfermo del corazòn, falleciò en Venezuela..hace ya bastante...
Saludos cordiales
Marisol que decirte, .........primero tengo que secar mis ojos para ver claras las letras del teclado,ya que no escribo de memoria,.........luego tengo que tratar de poner en claro mis pensamientos que vienen como en tropel, para intentar comunicarte mis sentimientos.......
Es la primera vez que tenemos la oportunidad de ver una imagen del barco que trajo a nuestro padre a America,a travez del relato puedo imaginar perfectamente sus sensaciones durante el escape, pero lo que mas fuerza tiene dentro de mi, es poder visualizar la proyección del tiempo en su história, 8 hijos, 19 nietos,7 viz-nietos, repartidos alrededor del mundo, España,Inglaterra, Nueva Zelanda , Singapur,Perú, Chile y ¿quien sabe como seguirá expandiendose en el futuro?
Nuestro padre ha sido un hombre valiente, luchador imaginativo, creativo, además de aventurero y busca vida, creo que somos afortunados habiendo heredado alguna de estas cualidades en nuestro ADN.
Un abrazo hermana y.....gracias
que conmovedora historia cuentas. Digno recuerdo para atesorar.
Tu padre un gran valiente.
saludos.
Malena
Había de ser tremendo hacer esos viajes a mundos tan lejanos,
abandonar la tierra de origen y empezar una nueva vida sin historia. Mis padre emigraron de su Andalucía natal a Cataluña y el cambio fue muy duro por la soledad y la lejanía de los seres queridos.¿Cómo no será cuando es el océano el que marca tanta lejanía?,por hablar de lo más amable.
Inuits
Caray, amiga, este texto me llego al alma...
Un abrazo, desde Andalucia
Querida tía Mary...me emocionó muchísimo encontrar este extracto del libro de mi abuelo...gracias por compartirlo. Dios te bendiga siempre. Te quiero mucho. Giovi
El Cabo de Buena Esperanza trajo a mi padre un 23 de Octubre de 1950. En España quedaba su novia Rafaela a la espera de un pronto reencuentro que ocurrió recién 2 años despues.
Unidos por el mismo barco deseo felicitarte por tu publicación.
Arraztio
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