sábado

Luna hechicera


Es un hecho que la Luna atrae nuestros pensamientos. Si de pronto vemos aparecer la Luna llena, grande y amarilla, sobre el horizonte, algo nos obliga a contemplar su majestuosa presencia.
Y ella es generosa, ofrece ciertos dones a quienes la observan.

Yo supe de esos dones una noche, en el campo. Se había apagado misteriosamente el motor de mi vieja camioneta y me encontraba detenida y sola. El Sol acababa de ponerse, y miraba yo lo que me pareció el resplandor naranja brillante de un incendio forestal, al otro lado de las montañas que daban al oriente.

De repente, las montañas mismas comenzaron a incendiarse. Entonces, se alzó la Luna, grande, roja y grotescamente desfigurada por el polvo y la humedad de la atmósfera, y emergió del bosque.

Pero a medida que se fue levantando, fue adquiriendo firmesa y autoridad. Su color cambió de rojo a naranja, a oro, a amarillo apacible. Parecía absorber la luz de la Tierra, ahora ensombrecida.

Cuando la Luna se destacó perfectamente en el horizonte, los valles se habían tornado sombras profundas en el paisaje, y de súbito, yo sentí una confianza y una paz rayana en el gozo.

En tales momentos ocurren cosas extrañas, luego de una hora observándola, di vuelta a la llave de encendido de mi camioneta y oí arrancar el motor, tan misteriosamente como se había detenido poco tiempo antes.

Conduje tranquila hacia mi hogar, llevando la Luna en mi hombro y la paz en el corazón.

Desde entonces, he esperado muchas veces la salida de la Luna. Me atrae, sobre todo, cuando siento que los acontecimientos me agobian y me quitan claridad de visión en algún rinconcito de mi vida.

Espero a la Luna de los cazadores, que luce enorme y dorada sobre el horizonte, llenando las noches de resplandecientes visiones.
Por ahí, baja un búho, silencioso, pero refulgente como una llama. Un grillo canta entre la hierba.

Pienso en los poetas y en los músicos; en la Sonata "Claro de Luna", de Beethoven, y en Shakespeare, cuyo personaje Lorenzo declama en el Mercader de Venecia: "Cuán dulcemente duerme el claro de luna sobre este bancal de césped, vamos a sentarnos allí y dejemos que los acordes de la música se deslicen en nuestros oídos". Y entonces pienso, si esos versos y esas notas, como la música de los grillos, no serán en cierta forma, voces que vienen desde la Luna.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Intensamente bello la descripción que nos hace de este encuentro mágico con la luna, que frescura tus palabras, que ansiedad más sublime contemplar como has enlazado esta historia.


felicidades
besitos.

Rafael Humberto Lizarazo Goyeneche dijo...

Hola, Marysol...

Siempre será la luna motivo de inspiración y también fuente de energía positiva.

Hay noches de luna en las cuales me siento más feliz y con muchas ganas de vivir, al contemplarla, imponente en el cielo.

Un abrazo.

Juanita dijo...

Cuando yo trabajaba en las comunidades rurales donde por cierto no había luz eléctrica, la luna acompañaba mis pasos y era un sensación mágica, fresca, tranquilizadora; olvidaba el miedo y caminaba tranquila al lugar donde vivía. Hermoso Marysol, gracias por compartir.

Silvia dijo...

hola!bellísima descripción de la luna...
ella me fascina...reina de la noche....
he visto muchas veces la película "Hechizo de luna"muy buena,tratael tema del amor y la luna...
cuidate.besotes.
silvia cloud