lunes

Fiesta de cumpleaños (cuento)

Fotografía: Gabriele Galimberti
Toi Stories

-¿Qué quieres que te regale para tu cumpleaños, pequeña Puput? - Le pregunté a mi ahijada dos días antes de que mi mejor amiga Su, su madre, le celebrara en grande el natalicio. Ella lo tenía todo preparado, el pastel, las sorpresas, los globos y también las invitaciones para diez niñas, todas compañeritas de escuela.  Le mandó a coser un vestido de organza con cintas de raso en color rosa, y le compró unos hermosos zapatos de charol del mismo color para que hicieran juego. Todo tan primoroso que daba gusto.

El entusiasmo de mi amiga era enorme, sería la primera vez que celebraría como “Dios manda” el cumpleaños de su única hija, y verla crecer y ponerse cada día más linda, le daba mucha ilusión.

-Yo quiero una pelota oficial de fútbol y unos zapatos con toperoles como los de mi hermano, y no quiero ninguna fiesta, mi mamá me obligará a ponerme ese vestido y yo lo odio, con él parezco una niña tonta y no podré jugar al fútbol en la plaza con los chicos del barrio, nunca me escuchan - me contestó Puput, llorando desconsoladamente.

-¿Qué haré con esta niña? - decía Su, muy consternada - ¿Qué haré? Se esfuerza por darme siempre la contraria y no se comporta como una niña normal, no permite que le ponga vestidos, dice que quiere ser varón y sólo le interesa jugar al fútbol. Ya le he dicho a su padre que debemos llevarla a un doctor, yo no sé cómo tratarla. ¿Crees que es una anomalía y se podrá sanar algún día?

Sus ojos se clavaron como estacas en los míos esperando una respuesta lógica, y yo, después de considerar que debía ser sincera, le respondí, pero no desde la óptica que ella esperaba.

-Escúchame bien, querida amiga – comencé diciendo - Tú sabes todo el cariño que les tengo y por esa misma razón no podré jamás mentirte. Lo que le pasa a la niña requiere el entendimiento y la comprensión de sus padres. Es cierto que no es como la mayoría de las niñas y su conducta tiene que ver más con la de un niño, pero eso es parte de su natural esencia, no pienses que se trata de una enfermedad. 

A los hijos debemos aceptarlos tal como son mostrándoles nuestro amor incondicional, y nunca forzarlos a actuar como un “niño tradicional” si no lo siente, necesitan crecer en un entorno amoroso, abierto y respetuoso reforzando su autoestima, y hay que escucharlos siempre cimentando la confianza mutua.

No sabremos qué pasará con ella cuando sea grande, la vida es larga, difícil y la sociedad es poco comprensiva, existe mucha discriminación y rechazo con las personas diferentes, por eso es muy importante que Puput crezca fortalecida y apoyada por sus seres queridos para que pueda enfrentarse a todo esto. Tal vez cambie su comportamiento o tal vez no, es un camino que deberá transitar sola.

Yo le compraré la pelota y los zapatos de fútbol, me gusta verla jugar y quiero que sea feliz, además es una gran futbolista… ¿No lo crees así? – concluí.

Su me escuchó en silencio y, secándose las lágrimas, asintió. El amor que sentía por su hija y hacerla feliz era lo único relevante.

La fiesta no podría esperar, guardó el vestido rosa y los zapatitos de charol en un cajón de la cómoda y le pidió a la pequeña que invitara también a los chicos del barrio a un trozo de pastel.

Puput, sin salir de su asombro, rodeó con un brazo el cuello de su madre y con el otro el mío, mientras una sonrisa esplendorosa iluminaba su infantil y bello rostro. - ¡Gracias, las amo! – dijo, y salió corriendo al encuentro de sus amigos.

Esta fiesta de cumpleaños fue la más entrañable, alegre y festiva a la que yo haya asistido en la vida, no podré olvidarla jamás.



© - Marysol Salval


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