sábado

Amanecer juntos



Grato amanecer que despierta la calma de aromas y perfumes de una noche de pasión, que hoy llama a las puertas de esas almas a remecer el sueño, a endulzar el cuerpo, y vivir la realidad de un nuevo día.
Suave cantar del agua tibia en un baño, que enjuagará vestigios y ensayos de una entrega que aun estremece el pensamiento. Resbala el agua despabilando el sueño, cae en la cara y sigue bajando en cascada por hombros, espalda, glúteos, piernas y pies, antes de dar la despedida. Se empoza quieta, luego un orificio la absorberá como lamiendo una herida que no sana en su humedad.
Arqueando el cuello hacia atrás, de frente al chispear caliente, recibe el cuerpo los golpes gota a gota, toda frescura, cayendo por pechos, bajando por el vientre aún dormido, reteniendo perlas transparentes en el vello triangular, siguiendo su camino por muslos, rodillas, hasta llegar a los dedos que encogidos pretenden retener el agua un segundo más. Desperezada la agónica pasión vivida, entra en acción la mente repasando el tiempo que se viene encima. Eso ya es un real despertar.
Apura la mano el jabón que cambiará el perfume del amanecer del cuerpo. Cierra la salida del agua para envolverse en vapores y toallas. Piel fresca que se remece ante la aspereza de la friega, tela chispeante y acolchada que beberá sedienta el agua que en el cuerpo quedaba. Crema suave, dulce, helada, recorrerá todos los rincones, suavizando la piel como una porcelana lista a ser pintada.
Una a una las prendas de vestir irán cubriendo la piel, privando de su desnudez a los ojos amados que la observan. Senos, vientre, piernas, hombros y brazos serán sólo contornos de los sueños recién pasados. Tacones aprisionarán los dedos de los pies, suplicio que embellecerá porte y estampa con dignidad. Pelo suelto, bien peinado, que luce como descuidado, limpio, perfumado de champú, ondeante a merced del viento como dirigiendo una orquesta, un coro en sus cantos, el que despierta un signo de femineidad. Rápido abotona, rugen los cierres para ajustar  pantalones. Unas suaves gotas de perfume rastrearán el cuello y el lóbulo de las orejas, donde horas atrás se posaron labios y  besos, cuando ronca la voz dejó quietos de estupor los tímpanos, que recibieron las más ardientes palabras de amor.
Dedos que se enguantaron en la piel del ser amado ahora vestirán anillos, que despedirán, a la luz del sol, chispas de rocío tempranero. Un poco de color en las pestañas que enmarcan sus ojos y antes de pintar los labios, una sonrisa dulce se detiene con un suspiro y, dirigiendo sus pasos, cual gata celosa, besa suavemente la boca que despacio le musitó: " Te amo".
El suave beso supo a dulce nube de algodón, delicado, lleno de emoción y, sin mediar palabra alguna, juntan sus pupilas en el más hermoso mirar, buscando la luz del día que se cuela suave por la ventana, en un amanecer juntos.

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