domingo

Para poder...





Se siente a duras penas entera, en medio de tanta fluctuación...Y ahí está, en una carrera que la lleva hacia adelante y hacia atrás, fabricando verdades y también mentiras para darle alguna forma consistente a lo que es su existencia. 

Hemingway solía decir que en la vida uno debe jugar las cartas que le han dado, y ella eso intenta hacer, aunque es consciente de que mantenerse concentrada en la "partida", resulta a veces una agotadora tarea. 

Todo se hace presente en esta labor de vivir...una vida tan fugaz, sin embargo tan espaciosa como para darle cabida a tantas experiencias y a tantos sentimientos. Así se detiene y se abraza a la única riqueza que tiene, su humilde arte y su arsenal verbal como medida catártica y sanadora para dar cuenta de lo que hay, siente que eso la sostiene y la ayuda a continuar, y se vuelca en la escritura, porque escribir es una forma de regresar a uno mismo, cargarse de municiones en el interior y volver al exterior más fortalecida.

Regresa a su interior y lee sus propios territorios, aunque influenciados por el mundo exterior, transita su íntimo organismo, sus pasajes ocultos y rincones, va cosechando sonidos, silencios, cada palpitar, todas las sensaciones. 

Después, sobre esas cosas cuenta ella, desde sí misma pero también desde los otros, y se atreve escribir sobre muchas cosas, igual narra del amor y de sus ritos, sobre las vulnerabilidades, sobre el generoso intercambio, sobre los errores y sobre el asombro amatorio. El amor que existe y que nos ayuda a mantenernos en pie en un mundo insólito y disparatado, tan curioso como es curioso también el pensamiento. Del suyo, va mostrando pedazos de un modo exploratorio y provisional, como lo siente, siempre dinámico. 

Y escribe desnudando esas convicciones que renueva a medida que avanza por la vida. Y su pensamiento es cambiante, como lo es también ella. Los absolutos le inquietan profundamente ya que sabe que todo al alrededor es indefectiblemente transitorio.

Ésta es su manera de adaptarse al desconcierto, de evitar subsistir en un estado de permanente inquietud. De ese modo trata de mantenerse en equilibrio, y se sostiene del arte, de la literatura y del amor, porque los necesita como al aire que respira. Sentir el amor en cada una de sus manifestaciones y luego escribir para desahogarse, transgredir normas, evitar límites, restaurarse, sentirse lejos de las interferencias y de las tristezas, para saberse viva y poder jugar el juego del existir como el ser humano que le tocó ser.

Pide al Universo la Guía necesaria para su vida, sólo pequeñas señas que le muestren el camino de baldosas amarillas que se dirigen a su tierra de Oz, las irá pisando despacio, pero con plena consciencia.

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